Julio Castro – La República Cultural
“Esta tierra no crece cuando le echan agua, sino cuando le echan sangre, porque está regada con nuestra sangre”, le recriminan al extremeño. Extremeño Cortés y extremeño Santi Senso, con dos miradas, seguramente muy distintas, aunque tengan en común la idea del riesgo en sus acciones.
No se trata de una historia amable, aunque eso ya es de esperar, pero sí está contemplada con ojos que desean equilibrar el anhelo del conquistador del siglo XVI, con su afán de destrucción y venganza por despecho. Ninguno de los personajes es dulce, pero se expresan en distintos lenguajes, el musical que expresa sus sentimientos, el corporal que trata del enfrenamiento, y el verbal que intenta el acercamiento… sin lograrlo.
Siempre hay paralelismos
“Seguimos jugando al Risk. Muy cerquita, en las vallas de la frontera de Melilla”, sí, sin duda, siempre hay paralelismos en la historia para cada situación, pero esta es muy cercana. La cuestión no es pasajera, ya que la obra comienza con una adaptación del conocido juego militar, de conquista forzada de tierras, con violencia, con afán de tener más: esto es lo que trata de acercar al público hasta el momento mexica, para ponerlos en situación.
La cuestión es que los abusos de una sociedad siempre se juzgan siglos más tarde, pero todo llega.
Y las mujeres aztecas
“También las mujeres indígenas deseaban ser respetadas”, dice el personaje de La Malinche (Cary Rosa Varona). Y es que, en efecto, cuando hablamos del respeto por la población indígena que conquistaba Cortés, se trata la cultura y tradiciones, el arte y la arquitectura, el espacio natural y la riqueza que era de ellos, pero no se especifica mucho sobre lo que se hizo con hombres y mujeres de aquellas tierras. Siempre se ha intentado dejar a un lado la cuestión de la esclavitud cuando se habla de las tierras conquistadas en el centro y sur de América, pero hay un tinte de semejanza a objetos que siempre está presente al hablar de la barbarie en aquellas tierras… la barbarie que hicieron algunos en nombre del poder y las riquezas.
Senso nos habla de un entorno recreado alrededor de Cortés, de un recorrido que puede tratar de explicar, pero no de justificar. Es interesante, porque las realidades se ven de otra manera, no estamos en los libros de texto, sino en un acto íntimo del actor, que trata siempre de acercarse y mezclase con el público, porque no encuentra diferencias. Aquí rompe la barrera entre el conquistador y el pueblo mexica, tal y como Moctezuma (Miguel Flor de Lima) lo hace con Cortés. Tal vez por eso la elección del personaje.
Mestizaje voluntario y enfrentamiento dialéctico
En esta cuestión, el autor, José J. Serrano ha querido proponer aspectos que generan la duda, y dividen al público entre la idea de seres enfrentados, pero que tal vez dialogaban más de lo esperado, ya sea para recriminarse sus acciones… y sus prejuicios, aspecto con el cual regresamos a los paralelismos de nuestro tiempo, de manera que se permiten confrontar a Fray Bartolomé de las Casas con el concepto de Neruda.
Para completar la idea de un recorrido largo en aquella tierra, el mestizaje se refleja en la relación de amante entre Cortés y La Malinche, pero también sugiere un amor no satisfecho entre el señor del imperio mexica y el conquistador extremeño, de manera que ambas relaciones le abren las puertas a una civilización, mediante la lengua de su intérprete esclava, por una parte, y con la rendición del tlatoani, que se excusa en la creencia de estar ante un dios.
Pero aquí el mestizaje se va reflejando en el intercambio de prendas e indumentaria, que nunca llega a ser completa. Pero también está la adoración (interprete cada cual el motivo de ese amor, si divino o carnal), que se muestra en gestos como el de bañar al presunto enemigo.
El diálogo y la mitificación
No todo se limita al enfrentamiento o al odio, de manera que la dialéctica de los oradores eleva sus protestas, aunque también la defensa del invasor. “Ejércitos de penes con casco eyacularon sobre toda América”, dicen.
El acercamiento a los clásicos de nuestro occidente convierten a La Malinche en potencial asesina de su hijo, el de su amante Cortés, y este gesto se aprovecha para evocar al mito griego “Medea vuelve por mis ojos…”.
El reflujo de la historia trasciende a sus personajes, para devolvernos una cuestión: ¿hay límites en el amor? Y es que muchas veces no se trata de amar, sino de saber si hay una “forma correcta” de hacerlo. Así queda desvelada la apostilla del título, porque rabias aparte es el logro de “la conquista de uno mismo” aquello que define al personaje.
El desarrollo del trabajo cuenta con música (no podía ser de otra manera con Cary Rosa Varona entre el elenco), música hecha a partir de distintos elementos, pero también música que nace de la propia voz y de sus textos.
Es interesante que sea visto como un trabajo de conjunto, en el que cada cual debe posicionarse para interpretar las opciones que se ofrecen, pero también como puntos de vista individuales, para comprender el resultado de las acciones, nuevamente, tan transferibles a nuestro tiempo y a esta sociedad.
El intérprete y director promete un desarrollo completo de este trabajo, que se estrena en los albores del verano 2014, y que seguramente irá encajando y asumiendo otros aspectos, para regresar en la siguiente temporada, donde la suma de su público ayudará a la parte más estable, pero también a la más improvisada de esta puesta en escena, como es habitual en lo de Santi Senso.