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Julio Castro – La República Cultural
Bajo una recia lluvia oscense, sin que nada consiguiese detener a los malienses con su música ni retener al público en sus casas, se celebró el segundo evento del Pirineos Sur de este año, que en esta ocasión reunía a los veteranos Amadou y Mariam, precedidos por el joven grupo SMOD.
Coincidía la presentación de los músicos con las primeras gotas. Pese a que la noche se había ido volviendo desapacible, confiábamos en no tener el disgusto del agua, pero llegó. Y no sólo llegó, sino que fue cayendo con fuerza a lo largo de casi toda la actuación. Esto no arredró a los jóvenes de SMOD, un cuarteto formado por Sam, guitarrista y voz, junto con Alex Tran al cajón y dos voces principales, Ousco y Don-Sky. El grupo está liderado por Samou Bagayoko, hijo de Mariam y Amadou.
Su música, con tintes que bailan entre el hip hop y el rap, con algunos momentos de temas reggae, tienen la peculiaridad de moverse entre los polos del cajón y la guitarra acústica lo que le da una sonoridad característica a la composición y a la interpretación. Probablemente esa guitarra sea en buena medida una marca de fábrica familiar, pero también las influencias en las composiciones y en la forma de interpretación.
Desde el primer tema, SMOD supo ganarse al público que, viendo que los músicos aguantaban asomándose al borde del escenario, donde quedaban rodeados entre el agua que les entraba y la que estaba abajo del escenario flotante, hizo que buena parte de los espectadores bajase del lejano entoldado del restaurante donde se habían refugiado, para desdeñar la lluvia.
En un momento dado, la organización decidió mover los elementos escenario para ponerlos un poco más a cubierto, por el riesgo eléctrico y, aquí fue donde se mostró la profesionalidad y la diversión que realmente supone lo que hacen para estos jóvenes, porque se retiraron al lateral donde siguieron cantando con su guitarra y bailando con propios y extraños que estaban allí acompañándolos, jaleados por Laurent Griffon, guitarra acústica y bajo que acompaña a Mariam y Amadou que, pese a no actuar con ellos en escena, no dejó de acompañar con su guitarra durante el concierto, desde el lateral.
Lo importante de ayer para mí fue descubrir que también hacen una música con contenido, con significado y, claro, de calidad. Desde su denuncia sobre la política Politic amagni (la política no es buena), en referencia a lo que acontece en su entorno más y menos local, también denuncian en sus temas lo que hace el norte/occidente y reclaman su África. Hay que confiar que no ocurra lo que en nuestras latitudes en que muchos raperos se olvidan de sus orígenes cuando llega la fama… ellos no parten del cero absoluto, sino de un bagaje generacional, insisto, habrá que confiar.
Tras su actuación hubo de hacerse una breve pausa para desalojar el agua del escenario antes que los grandes de la noche salieran a la palestra o,… en este caso, a la cubierta del escenario flotante.
Nada más salir al escenario Amadou y Mariam se llenó el borde de la ladera que hace de graderío. Llegaron a la gente desde la primera nota, tampoco eran unos desconocidos para el público de Pirineos Sur, ya que hace cerca de una década que pasaron por su festival. Las voces y las tonalidades africanas no se han visto desvirtuadas por nada, son artistas con su estilo de raíz y la tantas veces desgarradora voz de Mariam puede hacerse dulce de un tema a otro. Bellos temas dedicados a cosas tan diversas como su Mali, el de sus pobladores, a la cotidianeidad, a la paz o a su identidad, mezclados con temas más dulces, casi baladas a ritmo africano.
Amadou y Mariam han sabido volcar sus sentidos y sentimientos en su música y en su compromiso. Acompañados por Boubakar Dembele, que dio todo un espectáculo de percusión, Laurent Griffon, como decíamos antes, Igor Nikitinsky a los teclados, un inagotable Ives Abadi en una batería que requiere tremendos ritmos y las dos vocalistas Tanti y Sira en los coros y, de tanto en tanto, las danzas.
La lluvia no pararía hasta los bises. Para entonces la gente incluso se había atrevido a meterse al agua para acercarse al escenario pese al frío. Pero nadie dejó de bailar.
