Julio Castro – La República Cultural
El amor, la avaricia y la muerte, son los temas elegidos para componer este Retablo Ibérico de la compañía BlaBlaBla Teatro. Si alguien espera encontrarse con la tragedia en primer plano, no tiene ni idea de lo que le aguarda con la puesta en escena de este equipo de mujeres que viene desde el sur, pero pronto les quedará claro que el tono de humor va a ser la idea dominante para su punto de vista de estos tres aspectos.
Para mostrar en Madrid sus piezas han escogido a la sala DT Espacio Escénico, un lugar que cuenta con una disposición muy adecuada para propuestas como esta, porque permite hacer un recorrido que, partiendo desde el mismo escaparate del hall de entrada, conducirá al público a través de los distintos recovecos de sus sótanos.
No es la primera vez que tengo ocasión de ver un montaje con una disposición de este tipo (por ejemplo, pasó por aquí la Anatomía Queer de Elena Esparcia y Adolfo Simón), y me parece que, en ese sentido, la sala proporciona un gran juego para numerosas ideas (al margen de otras propuestas de programación que se llevan a cabo en la sala principal). Pero por chocante que pueda parecer la manera de ejecutar el trabajo, no serviría de nada si el contenido no tuviera interés.
En este caso, creo que la compañía ofrece un texto y un subtexto que, además de proporcionar las risas del tono ligero que pueda esperarse en una comedia de absurdos, alberga la idea de una muy interesante crítica al momento social que, tamizado por el humor y el cansancio de un pueblo acostumbrado a los desmanes, hace broma de todo, hasta de la destrucción de las coincidencias más básicas.
Quiero decir que, mientras vemos como los sucesivos gobiernos aprueban leyes y contra-leyes que no mejoran en nada la calidad de vida, jugamos a pensar que la sociedad ha cambiado porque una ley permite llevar a cabo el matrimonio entre hombres y mujeres, intentando desconocer que la realidad obliga a enfrentarse a las personas a un entorno inmediato que las coarta y las destruye.
Así lo vemos en la primera pieza del Retablo, con el título de No tiene nada que ver / El amor donde una Roberta con bigote y disfrazada de hombre en una reunión de antiguas alumnas del colegio del Sagrado Corazón, trata de conquistar a la amiga de toda la vida, mientras ella aloja sus temores en el matrimonio con su marido, el pueblo y la familia. Pero lo importante es que se sienten como Clark Gable y Dolores Abril, así que tratan de salvar los muebles por la comedia.
En realidad no es la primera pieza, ya que hemos pasado por una introducción previa, como decía, junto al escaparate de la planta baja, donde ya han marcado dos de las actrices el tono en el que se llevará a cabo su propuesta.
En la segunda pieza, La noche amarga / La muerte, dos hermanas, Novena y Demetria, tratan de “salvar” a la tercera, “la Vicenta”, de los malos tratos de su marido. Si la parte anterior contenía absurdos, esta va más allá, porque trata de dividir las opiniones entre, por un lado, la imposibilidad de juzgar la situación de un matrimonio, o la satisfacción que ella quiere cobrarse y, por otra parte, lo que la lógica dicta en cuanto a enfrentar la violencia de género. Sea como sea, ninguna de las dos pasa por la normal convivencia dentro del marco legal, cuestión que ya nos lleva a pensar que las soluciones existentes no tienen mucho sentido para las autoras de este montaje… al igual que, probablemente, no nos encajan a nadie.
El remate se recoge en Un chorrito de limón o bien Falla en la tierra / La avaricia, donde llevan al terreno profesional cercano del escenario la situación que nos muestran. La carrera de Maribel, una chica joven que sólo quiere ser veterinaria, es gestionada por su madre y su tía, cada una con intereses personales muy diferentes que, en todo caso, pasarían por lograr el éxito de “la niña”. Éxito que también pasa por encajarla junto a la famosa de moda, que promete todo,… a cambio de un precio muy concreto.
En estos días en que todo se rodea de corrupción, y no ocurre nada, en que destruyen cualquier convivencia ciudadana desde el entorno de los Estados, mientras observamos y hacemos comedia en nuestras vidas, esta comedia de la escena da una vuelta de tuerca y nos ofrece el acercamiento a cuestiones cotidianas, sin necesidad de rasgarse las vestiduras, pero con un estupendo ácido en las venas.
El espectáculo ha estado lleno en todas sus funciones, y ellas demuestran que vale la pena.