Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Cuando se habla de reciclar y reutilizar, dando un nuevo uso a objetos cuya vida útil ya ha terminado, y que, por tanto, son considerados desechos, normalmente pensamos en llevarlos a un contenedor específico y esperar a que otros se encarguen de convertirlos otra vez en materia prima con la que hacer diferentes productos. Pero también hay otra opción, transformarlos en pequeñas obras de arte, gracias a un nuevo e innovador diseño.
En eso consisten exactamente las creaciones de MITAD, un equipo formado por Miguel y Tita, que en Robots, su primera exposición, presentan y ponen a la venta algunos de sus hijos de brazos articulados. La muestra está compuesta por varias piezas a las que han ido dando forma a lo largo de los años y con las que comparten además su propia historia como pareja. Y, por ese mismo motivo. el lugar elegido para su exposición no podía ser otro que el escenario de muchas de sus citas: La esquina de Santi.
Para MITAD sus robots son una forma de expresar sus propias emociones y, aunque reconocen que salen solos, como si muchas veces eligiesen ellos mismos en que convertirse, nacen, sobre todo, de la idea de dotar de una nueva vida a aquellas piezas y objetos que han quedado inutilizados por el paso del tiempo. Según explica Tita, el hecho de crear robots y no otro tipo de piezas, “tiene que ver, sobre todo, con cómo nos sentimos en el resto del tiempo en el que nos dedicamos precisamente a otras tareas, como, por ejemplo, un trabajo de oficina. Algo que casi todo el mundo conoce en este momento: la sensación de sentirte ‘robotizado’ y sin capacidad para elegir qué te gustaría hacer, cómo hacerlo o en qué tiempo, por tener que estar respondiendo a una vida o a un ritmo tan acelerado, agresivo y sin sentido que ni nos permite ser nosotros mismos ni vivir nuestra vida”.
Por eso han creado un nuevo mundo diferente, formado por pequeños robots de ojos saltones y cabellos despeinados encerrados en su propio minimundo, héroes de acción dispuestos a acudir al rescate en cuanto sea necesario, robots enamorados y otros que, en con su mecánica artificial imitan a la perfección a pequeños animales o famosos personajes de ficción. Robots que durante unos días pueblan las paredes de un bar de Chueca en busca de su nuevo y definitivo hogar.