Alberto García-Teresa – La República Cultural
La poesía de Paz Cornejo, fresca, sintética, sitúa lo periférico como centro; tanto a nivel literario como social. Sus versos nos ubican en el extrarradio, tierra de descampados, polígonos industriales, ciudades dormitorio más allá de la autopista, donde reposa la alienación, en las que la vida se limita al excedente de cansancio que queda tras la entrega de la energía y de la alegría a la producción.
Con mirada crítica, afilada perspectiva, un certero empleo de la ironía y de la metonimia y del símbolo y un brillante uso de la contención, la autora reconstruye los pedazos de una vida vaciada por y para el capitalismo. Abunda el registro descriptivo, basado en la yuxtaposición, pretendidamente aséptico, que va formando una identidad de la cual el “yo poético” termina sintiéndose orgullosa.
Plasma una atmósfera de desolación y fatiga, en la que se mueven personas abrumadas por el hastío, la sociedad de consumo y la desilusión. Así, la caída de la especulación inmobiliaria y el consiguiente parón de la expansión urbanística, la superación de la adversidad causada por la degradación física o la conciencia de saberse excluidos de las políticas urbanas de escaparate son elementos que se introducen sin disonancias en este espléndido, cohesionado, pulido, y también amargo, poemario.