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Los últimos, de Juan Carlos Márquez - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

El mundo tal como lo conocíamos se ha ido al carajo. Los supervivientes de semejante debacle intentan sobrevivir. Hasta ahí todo suena muy típico, en más de una ocasión lo hemos visto y las referencias culturales son abrumadoras, tanto que me da hasta un poco pereza citarlas. ¿Qué puede ofrecer un autor partiendo de esos mimbres? Pues es una buena pregunta y la respuesta tiene lo suyo. Por lo pronto la mayor novedad que he podido apreciar en la novela es la manera en la que se nos cuenta todo y no me refiero a la forma que es a modo de diario o de cuaderno de bitácora, sino la recreación de las ideas de una persona que ha perdido casi todo, lo endeble de su situación física y personal y como no, su psique. Lo que ejecuta Juan Carlos Márquez es un recorrido al cerebro de un superviviente, a lo más íntimo del ser humano que ha perdido todo su entorno, bueno mejor dicho casi todo. Esa faceta, de la normalidad dentro de la más absoluta anormalidad, marcará la obra, porque el resto de protagonistas tendrán ese carácter muy marcado.

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Los últimos, de Juan Carlos Márquez

Catástrofes y mucho más

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Portada de la novela de Juan Carlos Márquez

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Portada de la novela de Juan Carlos Márquez

DATOS RELACIONADOS

Título: Los últimos
Autor: Juan Carlos Márquez
Editorial: Salto de Página (2014)
Páginas: 179
ISBN: 978-84-16148-10-3

Sergio Torrijos – La República Cultural

El mundo tal como lo conocíamos se ha ido al carajo. Los supervivientes de semejante debacle intentan sobrevivir. Hasta ahí todo suena muy típico, en más de una ocasión lo hemos visto y las referencias culturales son abrumadoras, tanto que me da hasta un poco pereza citarlas.

¿Qué puede ofrecer un autor partiendo de esos mimbres? Pues es una buena pregunta y la respuesta tiene lo suyo. Por lo pronto la mayor novedad que he podido apreciar en la novela es la manera en la que se nos cuenta todo y no me refiero a la forma que es a modo de diario o de cuaderno de bitácora, sino la recreación de las ideas de una persona que ha perdido casi todo, lo endeble de su situación física y personal y como no, su psique. Lo que ejecuta Juan Carlos Márquez es un recorrido al cerebro de un superviviente, a lo más íntimo del ser humano que ha perdido todo su entorno, bueno mejor dicho casi todo. Esa faceta, de la normalidad dentro de la más absoluta anormalidad, marcará la obra, porque el resto de protagonistas tendrán ese carácter muy marcado.

La vida no sólo es una variedad de funciones químicas o de impulsos eléctricos, la vida en su sentido más amplio de la palabra consta de mucho más, los seres que nos rodean especialmente, las sensaciones de seguridad y de tantas otras que propician que seamos algo diferentes al resto de seres que pueblan el planeta, y en ese punto es donde la obra incide, pero lo hace de manera soslayada, sin prestarle mayor atención, dejándolo caer a lo largo de las páginas de la novela.

Posteriormente, tras la catástrofe, se inicia la supervivencia. Lo que lleva el ser humano haciendo desde hace milenios. Y ese período llevará a completar todo el círculo catastrófico con nuevos males que ni siquiera preveíamos.

La evolución dentro de la supervivencia tiene muchos matices y lo que el autor intenta mostrarnos es que el riesgo es algo que entra dentro de la desesperación. Los protagonistas deciden ir a otro planeta ya que el nuestro ha quedado inservible.

Sí señores, pasamos de una novela de catástrofes a otra de descubrimientos. Eso sí, el tono se mantiene constante y el bagaje personal no se puede eludir de ninguna de las formas. Los recuerdos, las ausencias, todo lo acarreamos incluso a otro planeta. No quiero extenderme más por no hablar demasiado del recorrido de la novela, así que tendrán que descubrirlo por ustedes mismos.

La novela tiene una prosa sabia, por momentos elegante sin llegar a ser recargada o rebuscada, el empleo de la palabra es preciso, más aún cuando la novela esta compuesta de pequeños capítulos en los que la precisión tiene un papel muy marcado. También la idea de la novela nace con una clara intención de hablarnos de ciertas cosas y obviando las más cruentas. El improvisado escritor del diario que sirve de guía a la narración es caprichoso y no desea mostrarnos todos los recovecos de su mente, explica lo que quiere y como lo quiere, dando lugar a que en algunos momentos tengamos que sobre entender algunos hechos importantes.

Quiero decirles que no soy un gran amante de las obras de catástrofes, ya tuve lo mío cuando aborde la Iliada, pero en honor a la verdad tengo que decir que la obra me ha gustado, más aún me ha reconciliado con la literatura de ciencia ficción que siempre he mirado con escepticismo. La novela se lee con gusto y se disfruta, créanme.

Antes de terminar tengo que agradecer a la editorial, Salto de Página, su labor, si no existiera tendríamos que inventarla, debe existir una editorial que de pie y lugar a este tipo de aparatos de ficción.

Por último y para terminar, un texto de la propia obra que me ha encantado: “Si algo he aprendido estos últimos meses es que la desolación habita en la mirada, no en el paisaje. Cuando miro Marte sólo veo lo que es, una escombrera en el espacio. En cambio, no fui capaz de mirar la Tierra sin ver lo que fue”.

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