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Todos somos las viñetas de Charlie Hebdo frente a los asesinos - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Descubrir el significado de la censura en pro de un bien supremo es una cuestión que se desvela cruel y brutal cuando ocurren hechos como el de la mañana de este miércoles en Francia, cuando unos desgraciados que nunca debieron nacer, en nombre de su religión (malditas religiones y meapilas de mierda), se permiten asesinar de forma masiva al director de Charlie Hebdo, y a varios de los colaboradores. Su culpa: tener opinión, expresarla de forma cómico-satírica, mantener sus principios, ser honestos con su profesión y poseer la suficiente cabeza y posibilidad de raciocinio como para saber que una religión no es lo que nos han vendido, sino una herramienta de control contra la población en la que se sumen las ideas diferentes con el fin de poseer un control dirigista.

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Todos somos las viñetas de Charlie Hebdo frente a los asesinos

Y seremos como un mundo de viñetas perseguido por la opinión

Mahoma en Charlie Hebdo
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Mahoma en Charlie Hebdo

Una de las caricaturas del semanario con Mahoma que dice "¡100 latigazos si no estáis muertos de la risa!"

Mahoma en Charlie Hebdo
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Mahoma en Charlie Hebdo

Una de las caricaturas del semanario con Mahoma que dice "¡100 latigazos si no estáis muertos de la risa!"

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Julio Castro – La República Cultural

Hace menos de una década, en nuestro país, la fiscalía decidía solicitar el secuestro de la revista El Jueves porque sus dibujos y artículos atentaban, supuestamente, contra la dignidad de miembros de la casa real, debido a unas viñetas que se publicaban en portada y en un artículo. La censura sigue viva y latente para cercenar las opiniones y evitar que el “humor cunda entre la población”. Dicho así parece un mal chiste o, lo que es, un despropósito.

Descubrir el significado de la censura en pro de un bien supremo es una cuestión que se desvela cruel y brutal cuando ocurren hechos como el de la mañana de este miércoles en Francia, cuando unos desgraciados que nunca debieron nacer, en nombre de su religión (malditas religiones y meapilas de mierda), se permiten asesinar de forma masiva al director de Charlie Hebdo, y a varios de los colaboradores. Su culpa: tener opinión, expresarla de forma cómico-satírica, mantener sus principios, ser honestos con su profesión y poseer la suficiente cabeza y posibilidad de raciocinio como para saber que una religión no es lo que nos han vendido, sino una herramienta de control contra la población en la que se sumen las ideas diferentes con el fin de poseer un control dirigista.

Que nadie se salga del pesebre.

Pero cuando pensamos que en su día, con la famosa viñeta de mahoma y demás, los poderes fácticos repartieron palos a diestro y siniestro, haciendo una cuestión de Estado la defensa de su integridad, mientras reconvenían hechos como el humor en mensajes más o menos evidentes, quienes se estaban jugando la cabeza con el calentón eran quienes se dedicaban al dibujo, al humor, a la crítica… a dar la cara con su nombre a pie de dibujo. Nunca los pomposos estadistas, ni los ricachones del poder.

Hoy, esta gente no volverá más, no podrán seguir haciendo su trabajo y nunca conoceremos cómo se reirían de sus asesinos terroristas en la siguiente viñeta, o cómo les harían sufrir con su próxima portada. Eso ya no se remedia.

Lo sencillo sería decir que vayamos a países orientales o africanos a matar gente como venganza, pero en eso, también, los especialistas son quienes la cagan cada día, no quienes lo sufren. Leo en titulares que según Obama, “los terroristas temen la libertad de prensa”, y quiero recordarle al señor presidente de aquellos otros Estados, que los terroristas de la CIA y de su gabinete la temen igualmente, y que antes de mandar matar más inocentes, trate de limpiar el entorno en el que vive y que permite, que trate de solidarizarse con las víctimas y que calle, porque a ellos es lo que les toca.

A la ultraderecha francesa, recordarles que ellos nacen también del terror, y que no tienen ni poder ni derecho de pernada sobre nuestras sociedades. Y que si Francia es un país mucho más progresista que el nuestro, sigue estando a años luz de su revolución y de los principios de solidaridad que generaban sus tres conceptos, pero que tampoco se ocuparon de limpiarlos en estos siglos. Claro que aquí… Y así, en toda Europa, seguimos preguntándonos dónde reside la izquierda, dónde está la democracia y quién gano realmente la guerra mundial. Pero hoy todo se mezcla en los sentimientos de horror… y de rabia.

Porque en Europa, hay que decir que la rabia se extiende a estas horas ya frente al terror de los asesinos y contra aquellos que les arman y fomentan sus acciones. Y ¿alguien sabe cuántas decenas de miles de euros cuesta un lanzacohetes? o el resto de las armas que portaban, por no hablar de la infraestructura para la huída… quiero decir que imaginar que han ahorrado para comprarse unas pistolitas en el mercado negro, es ser excesivamente simple en la vida.

Dice Saverio Raimondo en la publicación Minima et Moralia que los que atentaron, se equivocaron de dirección y fueron a otro portal previamente, de manera que les echa la maldición que cualquiera podría imaginar: “I fanatici integralisti intolleranti terroristi potranno uccidere anche tutti i vignettisti e satiri del mondo, ma non potranno mai annientare ciò che li perseguita da sempre e per sempre li perseguiterà, perché da sempre perseguita e per sempre perseguiterà l’intera razza umana, è che la satira non fa altro che svelare ogni volta: il ridicolo dell’essere al mondo” (los fanágicos integristas intolerantes terroristas podrán asesinar incluso a todos los viñetistas y sátiros del mundo, pero no podrán nunca ningunear aquello que desde siempre les persigue y por siempre les perseguirá, porque desde siempre y por siempre les perseguirá toda la raza humana, y es aquello que la sátira no hace otra cosa que desvelar en cada ocasión: el ridículo del ser en el mundo).

Han hecho el ridículo, incluso asesinando a unos periodistas, a unos dibujantes, a unos humoristas. Y para que nos demos cuenta de la hipocresía que nos rige, acaba la frase diciendo: “Oggi saremo anche tutti Charlie Hebdo; ma domani, come ieri, saremo tutti (occidentali e orientali, atei o credenti, cattolici o mussulmani) ridicoli” (hoy seremos todos Charlie Hebdo; pero mañana, como ayer, seremos todos –occidentales y orientales, ateos o creyentes, católicos o musulmanes- ridículos).

Somos como una viñeta de Charlie Hebdo, somos sátira o muerte, que es lo que vino a decir su director. Hoy son muchos los muertos, pero sí, por parafrasear a Raimondo, mañana haremos chistes, porque las víctimas lo merecen. E imaginar que de repente el mundo callará, que los dibujantes dejarán de publicar, que quienes tenemos los conceptos claros cambiaremos de parecer, o que daremos alguna vez pábulo a estos miserables, es no saber nada de la raza humana, y más si somos mediterráneos. Aquí, señores, nos reímos hasta de nuestro padre muerto, así que ¿cómo no satirizar del de una religión, o de quienes matan por ello? Eso, como el crimen de hoy, es inconcebible, sencillamente.

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