Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Un grupo de inmigrantes permanecen encaramados en lo alto de la valla de Melilla, en precario equilibrio, luchando por no caerse. Hasta ahí podría ser una más de las cientos de imágenes que nos llegan a diario desde las fronteras de Ceuta y Melilla, pero esta tiene algo diferente. Más abajo, donde termina la valla, empieza un campo de golf. De esos que casi parecen parte de una postal: un precioso césped verde muy cuidado, pequeñas elevaciones del terreno, árboles situados en algunas zonas estratégicas y un par de mujeres con sus correspondientes palos de golf.
El contraste entre los dos panoramas no podría ser mas grande, pero, además, la actitud de las dos golfistas, ajenas a lo que les rodea, es un ejemplo perfecto de la reacción habitual de los españoles ante una realidad con la que nos enfrentamos todos los días. Los intentos de salto de la valla, las pateras que llegan a nuestras playas, las personas escondidas en los bajos de cualquier vehículo para cruzar la frontera y las devoluciones en caliente se han convertido en algo tan cotidiano que ya no les prestamos ninguna atención. Han pasado de ser historias de seres humanos a meras noticias de números y estadísticas.
Por eso, en su momento, la fotografía de José Palazón, Paisajes de desolación, apareció en numerosos medios de comunicación, y ahora ha sido galardonada con el XVIII Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña. El certamen, organizado por Médicos del Mundo en recuerdo de cuatro cooperantes asesinados en Ruanda en 1997 y Bosnia en 1995 cuando trabajaban en proyectos de acción humanitaria, ha declarado finalistas en esta ocasión las series fotográficas Crisis nacional de vivienda. Desahucios, Turismo sucio y Hotel de las estrellas.
Las imágenes de desahucios captadas por la cámara de Andrés Kudacki reflejan una realidad que también se ha convertido en habitual en nuestro país desde el inicio de la crisis. Y su serie muestra diversos momentos del proceso por el que han pasado muchas familias en los últimos años. Poniendo de manifiesto también como, en algunos de los casos que retrata, se trataba de familias que habitaban en viviendas propiedad de Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) y cuyas deudas ascendían a cantidades relativamente pequeñas, como 1.200 euros que, sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid se negó a renegociar.
La serie Crisis nacional de vivienda. Desahucios enlaza a la perfección con la tercera finalista, Hotel de las estrellas, de Czuko Williams, que muestra los lugares habituales de “residencia” de personas sin hogar en diferentes ciudades españolas. Cajeros automáticos, bancos de parques, tiendas y escaleras son las suites en las que cada noche pernoctan un número mayor de personas. Quedando así demostrado que el derecho a la vivienda digna que se reconoce en nuestra Constitución es cada vez más una utopía, en lugar de una realidad.
Por su parte, David Rengel recoge en Turismo sucio una actividad mucho más sorprendente, la inclusión de lugares de trabajo infantil como parte del atractivo turístico de algunos países. Así, su serie muestra en sus imágenes a un grupo de japoneses visitando un vertedero en Camboya en el que diariamente trabajan alrededor de una veintena de niños junto con sus familias. Los turistas regalan a los niños caramelos y se realizan fotografías con ellos, como un recuerdo más de sus vacaciones. Un ejemplo más de la deshumanización galopante de la sociedad actual.